Boom de inversiones en criptomonedas.
a fiebre inversora por los sistemas digitales de pagos está en fase de ebullición desde abril del ejercicio pasado, en el punto álgido de los confinamientos sociales.
En este contexto, cobra trascendencia la carrera que los grandes bancos centrales, con el BCE y la Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos a la estela de la estrategia de la autoridad monetaria china, emprendieron para lanzar sus divisas digitales.
Los inversores dirigen cientos de miles de millones de dólares al negocio de las divisas digitales. Hasta el punto de trasladar el mercado la disyuntiva de si es el futuro de los fondos o se trata de una «burbuja» más o menos pasajera.
Las criptomonedas avasallan estrategias financieras de empresas de todo sector, tamaño y condición. Aunque se las vincula por excelencia al mundo de las startups, que hicieron de este vehículo inversor una tendencia global.
ICOs
Más de medio billón de dólares acapararon las llamadas Initial Coin Offerings (ICO’s) desde el inicio de 2021, según Richard Kastelein, socio en Cryptoasset Design Group, firma que asesora el lanzamiento de ICO’s, un fenómeno casi desconocido hace apenas cinco años. Y que se sustenta en movimientos del mercado tan espectaculares como los u$s12 millones que, en solo 10 minutos, logró una de las monedas digitales más solicitadas, Ethereum, en una sesión de este mes de abril.
O que Brave, startup de un nuevo navegador creada por uno de los fundadores de Mozilla, aumentara sus inversiones en u$s35 millones en 30 segundos con la venta de Basic Attention Tokens, en marzo.
La velocidad en la que las compañías elevan sus capacidades financieras es tan fulgurante que no puede pasar desapercibida. «El punto de ebullición se logró a finales del año pasado», remarcó Jan Isakovic, CEO de la plataforma ICO Cofound.it y detalló que «la mecha se prendió en abril de 2020, y creemos que seguirá iluminando los mercados».
Su firma es utilizada como plataforma para startups y en solo una operación de ICO en marzo consiguió u$s14,8 millones. Con este arsenal de liquidez, construyen desde entonces un canal de conexión entre firmas generadas mediante ICO’s y expertos que puedan potenciar y hacer crecer sus negocios. Y usarán tokens para pagar la evaluación y el asesoramiento inversor que emerja en la plataforma.
Es decir, que para operar en un proyecto la parte interesada tendrá que aportar cierta cantidad de tokens de Cofound.it como garantía. «Es como una moneda de uso interno», precisó Isakovic. Una fórmula de congelación del capital que se dirigirá más tarde a crear innovación que tiene como pieza angular del negocio un software eficaz, una pieza del código digital, que se formaliza, mediante contrato de venta, en tokens.
A juicio de Isakovic, el fenómeno de las criptomonedas, los tokens y las blockchains responde a un episodio de revalorizaciones. «Si se quiere, a una fase de inflación, pero no es una burbuja». Las empresas están financieramente en el Salvaje Oeste. Y las divisas digitales son el arsenal de armas que necesitan. Puede que sin reglas claras de juego.
Porque las criptomonedas existen y proliferan por unos derroteros subrepticios de seguridad legal y sin que haya normas sobre lo que cada compañía deba hacer con sus incrementos financieros a través de ellas. Kastelein remarcó en un artículo en Harvard Business Review que es el sentir mayoritario en el mercado, aunque enfatizó que «las regulaciones bancarias oficiales tampoco establecen normas claras de protección al consumidor».
Para Isakovic, la solución pasa por una estrategia de comunicación fluida entre el cliente y la empresa gestora de la inversión.
En este clima, se puede convenir que las carteras de capital en criptomonedas parecen fluir bajo un gran acuerdo global. En el que el único control es la consecución y el tratamiento personal de la información financiera en blockchains dentro de una especie de libro de contabilidad digital y descentralizado con el que operan criptodivisas como bitcoin y cuyas unidades de pago son los tokens.
Sin que organismos supervisores como la Securities and Exchange Commission (SEC) de EE.UU., gendarme de los mercados, hayan manifestado su oposición.
«Guarda silencio sobre este asunto», sostuvo Peter Van Balkenburgh, investigador del think-tank especializado en blockchain Coin Center. Para quien la postura de la SEC «no es ni siquiera un gesto de cautela o prudencia», sino una lavada de manos con la que «no desea interrumpir los avances en innovación», mientras «se desentiende de emprender acciones de protección a los inversores». Es como si aceptaran que «no hay nada que vaya a ocurrir a corto plazo».
Si decidiera actuar contra proyectos ICO que vendieron monedas a ciudadanos estadounidenses, tendrían que aplicar de urgencia normas mucho más restrictivas. Quizás por ello, muchas de las operaciones llevan grabado el sello de «no para inversores americanos». Recientemente, las autoridades canadienses de Ontario han alertado de que las firmas de blockchain podrían tener que responder ante las leyes financieras de la región.
Sea como fuere, la trayectoria de algunas criptomonedas navega por una especie de montaña rusa. Bitcoin, por ejemplo, viene de registrar caídas del 10% en abril, la mayor en meses, después de alcanzar su récord de cotización histórico. En menos de 24 horas, el sábado 17 de abril, pasó de 61.396 a u$s54.750 por unidad.
Tras certificar los u$s64.869 por unidad tres días antes, la jornada de la puesta en escena de la plataforma de comercio de criptomonedas Coinbase en el Nasdaq.