Piensa en el jefe que no te gustaría volver a tener.
¿Se te viene alguien a la mente?
La mayoría en algún momento tuvo un supervisor complicado, de esos que tienen más de un “enemigo” en la oficina y al que casi nunca se le queda bien. Mientras visualizas a esa persona, intenta recordar cuáles comportamientos lo convertían en un mal jefe.
Si tú, por el contrario, quieres llegar a ser un líder que motive a tu equipo, deberías evitar esas actitudes y enfocarte en seguir estos consejos:
1) Comparte tus conocimientos
El conocimiento se vuelve aún más valioso cuando se comparte. Todo buen líder se preocupa porque los miembros de su equipo asuman nuevos retos constantemente; hacerlo no solo mejorará el rendimiento del grupo, sino que los hará crecer como profesionales y los mantendrá inspirados.
2) Escucha
Empieza a hablar menos y a escuchar más, así te darás cuenta del aprendizaje e ideas valiosas que puedes obtener de tus compañeros. Además, escuchar es una excelente oportunidad para recibir feedback, porque por más que creas que lo tienes todo bajo control y estás haciendo un excelente trabajo, la percepción de ellos puede ser distinta.
3) Conoce a tu equipo
Sabes a la perfección qué hace cada miembro de tu equipo; pero, ¿realmente los conoces? No solo deberías destinar tiempo a cumplir las metas de tu trabajo, sino también tomarte un momento para conocer a tus colaboradores. Saber qué sienten, qué necesitan y cuáles son sus objetivos de carrera te ayudará a entenderlos y a comprender cómo puedes ayudarlos.
4) Reconoce sus logros
No seas el tipo de profesional al que le gusta llevarse el crédito por los logros de los demás. Reconoce el trabajo de otros y agradécelo, esto los hará tener mayor iniciativa y validará que están haciendo bien sus tareas.
5) Aplica tu inteligencia emocional
Estar en contacto con tus emociones, saber gestionarlas y poder comprender las de las personas a tu alrededor es fundamental. Para ser buen líder primero debes ser capaz de liderarte a ti mismo, teniendo control sobre tus pensamientos y emociones.
Ten en cuenta que el liderazgo es un proceso de aprendizaje continuo, el líder se hace a sí mismo esforzándose constantemente por mejorar y manteniendo un ambiente positivo. El optimismo y entusiasmo que inyectes a tus tareas no sólo motivará al resto de colaboradores, sino que ayudará a que surjan nuevos líderes en tu organización.